martes, 1 de septiembre de 2009

Los extraños que me ayudaron aquella noche en la Carretera

martes, 1 de septiembre de 2009

En la vida, muchas veces nos suceden hechos que van desde lo desconcertante, hasta lo verdaderamente asombroso. Sucesos, que ni siquiera los mas sabios explicarían.
Un ejemplo es el caso que me aconteció, hace ya mas de 10 años, que les relatare, sin alteran ningún dato para que puedan sacar sus propias conclusiones.

o-o-o-o

Faltaban apenas algunos minutos para la medianoche. Llevaba ya casi cuatro horas a un lado de la desgastada carretera.
Un pinchazo en uno de los neumáticos traseros había sido una de las causas, la otra, no llevar llanta de repuesto.

Me dirigía a la ciudad de Sofía, iba a visitar a mi hermana, no la veía hace 2 años por lo menos, ella acababa de dar a luz, es por eso que me urgía ir a esa ciudad, en donde ella residía.

Existían dos caminos para llegar desde Trinidad a la ciudad de Sofía: El primero era una carretera muy bien asfaltada, moderna y perfectamente iluminada, muy transitado, o debería decir, atestado de autos de los más diversos años y modelos.
El otro era practicante lo contrario, desgastado con los años, de un ambiente frió y solitario, oscuro, me puedo atrever a decir que por las circunstancias en que se encontraba aquella carretera, estaba abandonada.

Había más de dos motivos que me motivaron a tomar aquel casi tétrico sendero. El principal, el cual ya se los he mencionado, el alumbramiento de mi hermana y la urgencia con que requería de mi presencia. Los otros motivos,, que iban de la mano de este primero, era que el trafico era mucho menor y que era mas corto de longitud que el otro, aunque la diferencia no era considerablemente grande, pero debido por la urgencia por la que quería llegar, eran razones ventajosas que me permitirían estar en Sofía lo mas rápido posible.

Me encontraba dentro en el auto lamentando a grandes penas mi infortunio. Era observado tan solo por la vegetación que bordeaba la carretera y por una que otra alimaña que de vez en cuando pasaban rápidamente.

Al menos eso había creído, hasta que me di cuenta que a lo lejos, por la parte izquierda de la carretera, un bulto mas oscuro que la misma noche, se acercaba en dirección del auto, lentamente.

Me quede observándolo por un rato, pude notar que aquello, que a simple vista era un solo gran cuerpo, en realidad era dos bultos, uno mas grande que el otro.

Pude darme cuenta de lo que verdaderamente era, solo hasta que la gran masa, o debo decir masas, estuvo a pocos metros del auto.

¿Quien es usted?- fue el primer sonido que escuché de su parte.
Soy Donald, disculpe si le he despertado, pero me encuentro varado hace mas de cuatro horas, necesito llegar a Sofía cuanto antes- dije
Aquella figura resulto ser un hombre alto, que bordeaba los 50 años, de tes trigueña, que traía consigo una camisa roja a cuadros y blujean ambos sucios y desgastados y una gorra roja también, que corría la misma suerte, pero además estaba rasgada de la parte frontal que resaltaba a simple vista.
Tomaba de la mano a una niña de no más de 5 años, de piel blanca sin ningún rastro de brillo, tenía puesto un vestido blanco con bordados, que escondía su hermosura tras la suciedad. Su cabellera era liza y brillaba a la luz de la luna.

No les pude distinguir entre la oscuridad los ojos, creí que era por el efecto que daba la tenue luz de la luna y los faros traseros de auto.
Ya es muy tarde-me dijo el hombre- a estas horas no pasan autos, es mejor que venga con nosotros a pasar la noche.
Muchas gracias- dije
Era un detalle del cual ya me había percatado antes, desde que el auto dejo de andar, espere a que algún auto para que me auxiliara en aquella desesperante situación, pero extrañamente el único vehiculo que paso fue solo una motocicleta que paso a toda velocidad, sin advertir mi presencia.

Asegure el auto y los seguí. En todo el trayecto, la pequeña no dejo de cantar una melodiosa canción que solo puede entender algunas cuantas palabras.

Llegamos a la casa hecha de adobe, de rustico aspecto y un poco deteriorada con el tiempo.
Entramos, NO había luz de ninguna clase en toda la casa, pero no me atreví a preguntar el motivo, pues temía que se ofendieran, ya que tenían un aspecto humilde, se notaba a simple vista que eran personas que se dedicaban a las labores de campo.

El hombre me ofreció amablemente un cuarto de los dos con que contaba aquella casa.

Así que iba a Sofía- me pregunto
Si, necesito ir, mi hermana acaba de dar a luz- respondí

La niña se sentó en la cama, junto a mi.

Tú Te llamas Donald Verdad- Pregunto afirmando con la sagacidad que caracterizan a las criaturas de su edad.
-Si- Le respondí
-Yo me llamo Ana...Te gusta montar a caballo?- Dijo
-Si, he montado algunas veces.
-A mi También me gusta!.

ENtonces el hombre se paro de la silla en donde se encontraba sentado y dijo mientras salía de la habitación.
-Deja que descanse el Señor, Ana.
Ella, sin hacer caso a lo que este le decía, continuo con su platica.
- Yo iba a montar a caballo cuando mi papa iba a cortar árboles- dijo
-¿En serio?- dije para seguirle la corriente.
- SI, el iba caminando y yo en caballo, luego, mientras el iba cortando con la sierra eléctrica, yo iba juntando flores.
-Te gusta recoger flores no?- le dije con una sonrisa- ¿por que no recoges unas para mi luego?
-Ya no puedo ir a recoger flores- dijo
- ¿Por que?- pregunte
-Porque una vez, cuando papa estaba cortando árboles, sufrió un accidente con la cierra, trate de ayudarlo, pero no pude y desde allí, ya no vamos a cortar.

Me quede sorprendido por el relato.

Luego, ella se puso a jugar con el reloj que llevaba en la mano. Cuando se hubo cansado, me pidió que le hiciera un lado en la cama por que quería dormir.
Cuando se acostó a mi lado, pude sentir como el frió de su cuerpecito se clavaba en mi píele estaba extremadamente fría.
Trate de taparla con la manta, pues pensé que el aire gélido del exterior habría sido el causante del frió en su cuerpo.

Ya me había dormido, cuando sentí como Ana se despertaba y levantaba de la cama, entonces abrí los ojos y la vi. Correr hacia su padre, que estaba parado en el umbral de la puerta, ofreciéndole la mano.
Pude notar que en su espalda se dibujaba una mancha de forma alargada a la altura del omoplato derecho.

Me levante rápidamente, debía darme prisa, pues mi hermana me necesitaba.
Salí del cuarto y busque al buen hombre que me había dado posada.
Lo busque por todos los rincones existentes en esa pequeña casa, pero no estaba él, ni Ana.
Seguramente se había levantado ha hacer las labores de campo.

Trate de abrir la puerta, pero estaba cerrada. Después de esperar un buen rato resolví salir por una ventana y camine e dirección al auto.

Allí había un policía inspeccionando el vehiculo.

-¿El auto es suyo?- Pregunto.
-Si-le respondí- Lo es, me quede varado en la carretera, pero un hombre me dio posada en su casa para pasar la noche. Debo llegar a Sofía lo antes posible
- ¿Posada?- Pregunto extrañado
-Si, El dueño de esa casa- dije mientras señalaba esta.
-Pero si allí no vive nadie hace mas de 20 años- dijo.

Me quede estupefacto ante la afirmación que hacía
-pero.................. No me dejo terminar la frase
-Allí vivía un hombre llamado Richard Holgand, pero murió cuando iba a cortar leña, resbalo y la cierra perforo su cráneo, dijo, su hija...
-Ana- dije mientras la estupefacción recorría por mis venas.
-Si ella, trato de ayudarlo, pero la cierra enloquecida atravesó su espalda. Ambos murieron. Como sabe el nombre de la pequeña?
-Ella me lo dijo- solo susurre

Recordé entonces el corte en el gorro del hombre, la mancha en la espalda de Ana, sus ojos, que no se distinguían entre las sombras.
¿Podría un padre ir paseando en medianoche de la mano de su pequeña hija?
Volví a ver de nuevo esa casa, pero, para mi sorpresa, estaba sellada la puerta con maderas. Era imposible entrar. Entonces....como es que yo había entrado?

El oficial me ayudo a llegar a Sofía, pero jamás creyó mi historia. Así como tampoco la creyó mi hermana ni nadie.

Pero aquella noche, entre la oscuridad y la luz de la luna, alguien, sea quien sea, o lo que fuese, me invito en esa casa.
Algo, fuese lo que fuese, jugó conmigo y durmió a mi lado.
Aunque nadie me crea, yo se que aquella noche, sucesos extraños me acontecieron, algo de lo que hasta ahora no encuentro explicación.


D-Evan

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